MIAMI, Florida- Vince Lombardi lo dijo mejor: “No se trata de si te derriban; se trata de si te levantas”. Aunque sus palabras nacieron en el campo de juego, la filosofía del legendario entrenador trasciende el deporte. La capacidad de recuperarse, persistir y seguir adelante es esencial en la vida, y enseñar resiliencia a nuestros hijos puede marcar la diferencia en su bienestar presente y futuro.

En un mundo donde el rechazo y las dificultades son inevitables, los niños que aprenden a “sacudirse el polvo” y perseverar tienden a ser emocionalmente más fuertes y exitosos. “Es importante que un niño o adolescente entienda que todos fallan y cometen errores. Es parte de la vida. La clave es levantarse y seguir adelante”, afirma la Dra. Jennifer R. Walton, pediatra especializada en desarrollo y comportamiento del Sistema de Salud de la Universidad de Miami.

Pero la resiliencia va más allá de resistir. “Se trata de aprender de la experiencia. Queremos que los niños obtengan lecciones de sus caídas para poder hacerlo mejor la próxima vez”, añade Walton.

Desde sus primeros pasos, los niños enfrentan desafíos: aprender a caminar, leer o escribir requiere esfuerzo y caídas repetidas. Si tienen el apoyo adecuado, esas experiencias les prepararán para enfrentar situaciones más complejas: la presión social, el acoso escolar o la exclusión.

“Ser resiliente no es algo que ocurre una sola vez. Es un maratón, no una carrera corta”, enfatiza la especialista. Tampoco significa que los niños no sentirán tristeza o frustración. Significa que tendrán la fuerza mental para seguir adelante.

La preocupación por la salud mental infantil ha crecido en todo el mundo. Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), la tristeza persistente y los pensamientos suicidas aumentaron un 40% en la década previa al COVID-19, situación que se agravó con la pandemia.

Incluso en países como Noruega, estudios recientes han demostrado que programas enfocados en la confianza personal, la aceptación del fracaso y el fomento de una mentalidad de crecimiento son claves para mejorar la salud emocional de los adolescentes.

Aunque algunos niños parecen enfrentar la vida con natural resiliencia, otros necesitan guía y apoyo. “Es una combinación de naturaleza y crianza”, afirma la Dra. Walton.

¿Qué pueden hacer los padres?

Elogiar el esfuerzo, no solo los logros. Por cada “no”, debe haber muchos “¡bien hecho!” o “¡qué orgullo!”.

Enseñar que el talento natural es solo el comienzo. Las habilidades se perfeccionan con esfuerzo y constancia.

Dar ejemplo. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.

Ayudar a establecer metas claras y alcanzables. Y celebrar cada paso logrado.

Normalizar el error. Compartir historias personales de tropiezos y cómo se superaron.

Enseñarles a analizar sus experiencias. A veces el fracaso no es culpa propia; a veces, simplemente sucede.

Ofrecerles perspectiva. Ayudarlos a ver más allá del momento y recordarles que vendrán nuevas oportunidades.

Estar presentes. La cercanía, la atención y el amor incondicional son bases esenciales para su seguridad emocional.

Como dice la Dra. Walton, los padres son más que amigos; son la red de seguridad y el respaldo incondicional que todo niño necesita. Y en tiempos de incertidumbre, la familia sigue siendo el refugio más importante.

Fotos: UHealth (Facebook)